Resumen: La pregunta por la representación de las ciudades -y, de manera más amplia, del espacio urbano-ha sido una constante en la crítica literaria en las últimas décadas, con especial impacto en el análisis de discursos coloniales. En este marco, buena parte de la crítica ha atendido de manera privilegiada a crónicas de tradición occidental, en las cuales prima la representación del espacio en términos de extrañeza y maravilla, como Otro con el cual vincularse desde la apropiación. Distinto es el caso de las crónicas de tradición indígena y las crónicas mestizas, en las cuales el espacio urbano estructura buena parte de la trama narrativa a partir de modos de representación que entrecruzan tradiciones y usos del pasado. En este trabajo analizo, de manera comparativa, las representaciones de dos ciudades paradigmáticas (Cuzco y Tezcoco), en las crónicas del Inca Garcilaso de la Vega (sus Comentarios Reales) y Fernando de Alva Ixtlilxóchitl (la Historia de la nación chichimeca). Dando cuenta de los tropos privilegiados y las modulaciones retóricas en la representación del espacio, mostraré de qué manera las ciudades inscriptas en la escritura funcionan como centro a partir del cual se reconstruye una memoria, se hace inteligible la ruina y se reconfigura el trauma.
IntroducciónLos deseos son ya recuerdos. Ítalo Calvino. Las ciudades invisibles Desde hace más de dos décadas, diversas aproximaciones críticas coinciden en poner en cuestión las tipologías más usuales respecto de las crónicas de Indias, confiriéndole un lugar destacado a las denominadas "crónicas mestizas". Uno de los primeros en delimitarlas de ese modo fue Martin Lienhard, quien las definió como: "aquellas crónicas que, casi independientemente del origen étnico de sus autores (indígenas, mestizos, españoles), reelaboran materiales discursivos o reales de la historia americana, a través de unos procedimientos narrativos, verbales y pictográficos, de tradición heterogénea, indígena y europea" (3). Cuatro años después, en un análisis que también las incluye (en especial a las obras de Fernando de Alva Ixtlilxóchitl), Rolena Adorno (55) adoptó una perspectiva semejante a la hora de caracterizar al sujeto colonial en términos de focalización. En la década siguiente, Catherine Poupeney-Hart (279) revisó estas definiciones y retomó las connotaciones de complejidad y contradicción que conlleva el término "mestizo", así como las distintas dimensiones textuales a las que remite: la sintáctica, la semántica, la pragmática. Poupeney-Hart concluye que estas crónicas "se revelan [como] auténticas manifestaciones de resistencia, escritura para el futuro" (281). Esta tensión entre resistencia, contradicción, pasado y futuro define buena parte de las aproximaciones crítico-literarias a las crónicas mestizas, que tienden a ver en ellas la puesta en escena de un proyecto utópico, cuya funcionalidad textual y pragmática radica en la posibilidad de suturar el "trauma de la conquista" entendido como huella y ausencia, pero también como presencia de lo indecible.En cual...