“…En este caso, la gestión del conocimiento se asume como la manera en la que se ponen a disposición, de manera ordenada, práctica y eficaz, de las instituciones el conocimiento tácito (empírico) y explícito (formalizado), con la intención de mejorar su productividad y funcionamiento (De Molero, et al, 2017) y, para alcanzar tal objetivo, es necesario hacer uso de recursos metodológicos de la gestión de conocimiento (en adelante GC), pues con ellos es posible no solo reconocer y acreditar aprendizajes y conocimientos, sino también crear valor. Para ello, deben diseñarse estrategias para implementar eficientemente el modelo de GC, pues su estrategia contribuye a al proceso de creación, documentación y comunicación de información tácita y explícita en la organización (Hosseini, et al, 2019) que permitan: crear, codificar, apropiar, compartir y reutilizar el conocimiento (Nonaka y Takeuchi, 1999) de tal manera que posibiliten el desarrollo de trabajo colectivo, y que aporte a la adquisición de habilidades en todos los niveles de la organización (Yusof, et al, 2012). Así las cosas, para hablar de un modelo de gestión del conocimiento, se hace referencia al diseño e implementación de acciones en los diferentes procesos organizacionales, además, al sistema de trabajo que apoye y promueva el almacenamiento, la transferencia y la aplicación del conocimiento (Villafuerte-Godínez y Leiva, 2015).…”