“…A pesar del crecimiento de la tasa de participación laboral femenina en Chile, desde un 31.3% en 1990 a un 48.5% en 2017 (Instituto Nacional de Estadísticas [INE], 2018), la presencia de las mujeres en el trabajo remunerado, valorado y visible sigue siendo muy inferior a la de los hombres y su inserción laboral se ha dado de manera desigual en términos de ingresos, jerarquía, prestigio y poder (Brega, Durán y Sáez, 2015;Guerrero, 2015). La constante brecha salarial, la colonización de empleos en sectores baja productividad 2 (Díaz, 2015;Fuentes, Palma y Montero, 2005;Novella, 2015) y ubicación en puestos de menor jerarquía dentro de las organizaciones 3 (Cárdenas, Correa y Prado, 2014;Guerrero, 2015), continúan siendo características propias del empleo femenino. Las mujeres chilenas perciben menor sueldo casi en un 15% que los hombres, siendo el tercer país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) con mayor brecha salarial -después de Turquía y México-, diferencia que se acrecenta según más alto es el cargo (OCDE, 2017).…”