“…Se podría incluso decir que el arte clásico es una instrucción para el sujeto, una lección para el sujeto y, en cambio, la obra contemporánea apunta hacia una acción que cuestiona y transforma al sujeto. (Badiou, 2013, p. 3) Por ello, los museos, centros culturales y centros de arte contemporáneo (Sandahl, 2019;Falcón, 2019;Debersaques, 2017;Jagodzińska, 2019), entre otras tipologías destinadas a este arte, pasan a ser un dispositivo (Déotte, 2012) más bien de preguntas que de respuestas (Rispal, 2009) tensionando el vínculo con sus visitantes y, con ello, la constitución del lugar. Por tanto, para que una obra de arquitectura destinada al arte contemporáneo se constituya y opere como lugar, es decir, como un receptáculo de sentido, se requiere de una reflexión y trabajo permanente sobre el vínculo con sus visitantes, de lo contrario, pierde significado y el interés de ser visitado y moriría.…”