Durante el ciclo económico de recuperación poscrisis 2001, en Santa Fe tiene lugar un desarrollo intenso de la edificación en altura en el núcleo urbano central. Este proceso denominado verticalización está promovido por dicho ciclo económico, pero en convergencia con una condición local del desarrollo de la estructura urbana, caracterizada por un centro escasamente denso y una expansión ocupada sin una red de comunicación eficiente. El artículo caracteriza el desarrollo del mercado inmobiliario en Santa Fe desde 2001 y sus impactos en la dinámica urbana del tejido central a partir de tres cuestiones: los cambios morfológicos, la emergencia de nuevos conflictos y actores sobre la edificación y la generación de nuevos instrumentos de regulación urbana. Estas tres cuestiones alterarán el significado del edifico en altura y sus efectos: de indicador de progreso a elemento que degrada el patrimonio y uso de sectores urbanos.
La correlación entre ciclo de infraestructuras y proceso urbano abre un campo de trabajo para ponderar los actuales cambios y recientes intervenciones realizadas en muchas ciudades, donde se efectuaron operaciones de reciclaje de instalaciones ferroviarias y portuarias. Tal es el caso de Santa Fe, donde a partir del análisis de cómo se ha transformado su infraestructura ferro-portuaria pueden explorarse nuevos interrogantes y desentrañarse tendencias de los procesos contemporáneos en curso. Evaluadas las operaciones en conjunto, trascendiendo los análisis por separado de proyectos urbanos, emerge críticamente cómo las instalaciones se abren selectivamente conservando grados de enclave en su configuración, o permanecen en un estado de abandono sin acciones que impliquen su reconversión. Aun con algunas alternativas más equilibradas entre ambos extremos, estas situaciones confluyen en la aceleración de procesos de fragmentación social y urbana que forman parte de los procesos de construcción de la ciudad contemporánea.
Hablar de una dimensión pública de la arquitectura implica llevarla a la escala de la ciudad, donde los procesos sociales se enlazan con las estrategias creativas del proyecto. Estos procesos se han reestructurado en relación al momento en que se forjaron los paradigmas de la planificación urbana y los recursos proyectuales de la arquitectura. Hoy, los desplazamientos conceptuales del espacio público al paisaje, de la planificación basada en una racionalidad formal a otra procesual, y de las redes a la circulación como función hegemónica, describen la reconfiguración de las condiciones, prácticas y modalidades de situación de la arquitectura en la esfera pública.Se propone analizar cómo repercuten estos desplazamientos en la arquitectura de los espacios urbanos; cómo algunas prácticas de la arquitectura interaccionan con este contexto y tienden a la reformulación de su experiencia colectiva. Se trata de reconocer las condiciones en las cuales inscribir el trabajo de la arquitectura relativo al diseño de los vínculos entre personas, sus actividades y los espacios que habitan. Una práctica por momentos olvidada en la vida metropolitana contemporánea, pero que guarda aun toda su potencia creativa, la propia de los vínculos y realizaciones sociales que necesitan del espacio para su despliegue.
Los sistemas ambientales y sociales que sustentan la vida urbana parecen enfrentar importantes desafíos a partir del costo de la pandemia, el efecto del cambio climático y la persistencia de la exclusión social. Ante estos desafíos, algunos estudios y prácticas indagados en el artículo pulsan las posibilidades de renovar los enfoques y métodos de la planificación urbana. El interrogante es cómo planificar una forma urbana sensible simultáneamente con los sistemas ambientales y sociales que soportan los espacios construidos. Esto es, cómo regular la urbanización para que no altere el funcionamiento biológico de los sistemas de soporte vital por impactos ambientales, o destruya por mercantilización de sus relaciones los sistemas de promoción social de igualdad y derechos basados en el estado de bienestar. Por ello, convocan interés las prácticas que ensayan incorporar articuladamente métricas sobre el desempeño del servicio ecosistémico y aspectos sociales en los procesos de planificación y participación ciudadana. La crisis de la pandemia ha puesto en evidencia una vez más la interconexión entre la problemática ambiental y social, implicando a las ciudades ya que ambiente y bienestar social son componentes que sustentan estructuras y vidas urbanas de calidad.
Considerando a la historia como un proceso de transformación constante y al territorio urbano como una configuración en devenir, la presente presentación al dossier intenta reflexionar sobre las relaciones entre la historia, el planeamiento, las políticas urbanas, las formas urbanas y lo urbano como proceso integral. Repasa brevemente las interrelaciones entre tradiciones, experiencias e investigaciones para reflexionar acerca del vínculo complejo entre los territorios urbanos y los procesos históricos. Asimismo, explora los límites y las potencialidades de los ensamblajes entre prácticas, instituciones y políticas en los procesos de transformación de los territorios urbanos y trata de calibrar hasta dónde la historia y lo local imponen sus condiciones a los modelos e ideas abstractas y globales. Reflexiona sobre las morfologías y los procesos de transformación de los territorios urbanos y ensaya proponer a lo urbano como un proceso dinámico, mutante y multi-causal. Por último, describe una agenda de investigaciones situadas que indican la importancia de los usos del agua, las costas suburbanas, los barrios populares, los espacios escenográficos y las urbanizaciones cerradas.
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