Este artículo defiende la idea de que un mejor desarrollo humano en América Latina no puede impulsarse solamente mediante la educación y las inversiones económicas o una combinación entre ambas. Las acciones en estas dos líneas apenas han conseguido reducir los índices de pobreza en el continente. Se ha pasado por alto un problema cultural de fondo, de mentalidades. Investigaciones recientes muestran que los excluidos son presa de la indefensión aprendida, carecen de un horizonte de vida mejor, sus disposiciones y preparación para una actividad productiva, más allá de la supervivencia, son prácticamente inexistentes. La motivación por educarse y romper así el círculo fatal de la pobreza está seriamente dañada. Se analiza la dinámica social que ha engendrado esta situación. Se mencionan algunas iniciativas que han tenido éxito pero se concluye que el problema del desarrollo humano es de índole sistémica y ha de atacarse mediante una política coordinada en los diversos frentes económico, educativo y cultural a la vez.
La teoría de Vygotsky acerca del desarrollo en los primeros años de vida se proyecta sobre el fondo de la psicología de finales del siglo XIX y primer tercio del siglo XX. Su idea de la sociogénesis, o sea, la influencia determinante de lo social en la configuración del comportamiento, aparece en sus escritos como contrapunto, por un lado, a los enfoques biologizantes que conciben el desarrollo como un mero proceso de maduración mientras que, por el otro, expresa su rechazo a lo que él llama «la psicología del espíritu», en la que percibe pervivencias del idealismo hegeliano. El presente trabajo busca poner en evidencia que, como salida a la encrucijada Vygotsky, escoge una «tercera vía», la sociogénesis, para encauzar el desarrollo de los procesos psíquicos superiores. Se hace una incursión en la sociogénesis, tal como aparece expuesta en las obras de Vygotsky, y se apuntan algunos matices que no deben perderse de vista al valorar esta transcendental aportación.
La publicación de un número monográfico sobre Psicología Evolutiva y Educacional, a cargo de nuestro Departamento de la U.A.B., me depara una coyuntura para exponer, de forma articulada, un haz de ideas sobre el desarrollo humano que han nacido como preocupación compartida de los profesores de Psicología Evolutiva de la U.A.B. Al formularlas en su estado actual, sólo pretendo someterlas a la crítica de un auditorio más amplio cuyas tareas de docencia e investigación son afines a las nuestras. Me apresuro a decir (como tienen por costumbre los americanos en sus acknowledgements) que en ningún modo responsabilizo a mis colegas de los errores o inexactitudes que hayan podido deslizarse en mi exposición pero que, en cambio, he de reconocer que sus aportaciones han contribuido decisivamente a dar forma y coherencia a muchas de las ideas que aquí aparecen. Al iniciar un aleghto en pro de un enfoque psicobiológico del desarrollo humano no voy a detenerme en la indagación de sus antecedentes históricos. Tampoco quiero defenderme de la imputación de oportunismo, por cuanto estamos viviendo un momento en que la Biología irradia de manera contundente en el mundo científico y cultural. Dejando de lado los prejuicios de oportunismo, reduccionismo, determinismo y otros que acompañan los intentos de conjugar Biología y Ciencias Humanas, quiero examinar qué valor-epistemológico, heurístico-tiene un enfoque psicobiológico del desarrollo.
Socialización es un término que las Ciencias Humanas utilizan para caracterizar el proceso por el que, dentro de un grupo social, los ninos van adquiriendo el comportamiento moda1 de los adultos. Acerca del significado global de este término existe un consenso general entre los científicos sociales. Berelson y Steiner, por ejemplo, lo definen así: Es el proceso de formación (training) o modelado por el que un individuo llega a ser miembro de una sociedad particular. A través de él, un recien nacido se convierte en un nino y un nino se hace adulta. Puesto que la socialización es obra de las personas que constituyen la sociedad su objetivo es asegurar la continuidad de aquellos aspectos sociales inmateriales que llamamos tradiciones, costumbres, modo de dominar la naturaleza, valores y creencias, o sea, la cultura que pasa de una generación a la siguiente. La socialización engloba todo
Este libro es un hito importante porque reúne los aspectos centrales de la producción intelectual de las dos últimas décadas en el fértil campo de investigación, que ha caracterizado lo que podríamos llamar la Escuela Cali–Barcelona de la psicología del desarrollo. Creo que este esfuerzo sistemático por comprender el desarrollo desde los mejores modelos científicos disponibles, cumple con los requisitos necesarios para justificar esta clasificación como “escuela”. La rigurosa exploración de nuevos modelos formales está firmemente enraizada en las tradiciones piagetianas» de las que la escuela se alimenta, con una coherencia y una comprensión hasta las últimas consecuencias que escapan a las hordas de empíricos alrededor del mundo que siguen recurriendo a las “situaciones piagetianas”.
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