“…En consideración a esto, la vulnerabilidad social no se circunscribe exclusivamente a un tema de carencia socioeconómica, sino también a la fragilidad institucional y al debilitamiento de las redes sociales, familiares y comunitarias (Araujo, 2015;Lenta y Zaldúa, 2020). Por tanto, situarla como dimensión analítica implica considerar la relación entre el componente individual (emocional y simbólico), el componente social (relacional) y el componente programático (protección de las políticas sociales) (Lenta y Zaldúa, 2020). Esta imbricación permite comprender múltiples factores que actúan en la articulación de dinámicas de vulnerabilidad, pero que, de acuerdo con las aportaciones feministas, serían una fuerza movilizadora, es decir, locus de resistencia contra distintas formas de poder (Gandarias, 2019;Nijensohn y Minici, 2017).…”