“…Podemos identificar en esa línea, junto con el fortalecimiento del feminismo durante este siglo, manifestaciones y convocatorias que retroalimentaron esa consolidación a partir del uso de Internet y redes sociales en torno a las ya insoportables violencias y abusos de mujeres en todo el globo (MeToo, Ni una menos), y las luchas llevadas adelante para conseguir la interrupción legal del embarazo (abortos no punibles), en muchos países de la región latinoamericana (Laudano, 2018). De manera más específica, el modo en que estas violencias se han extendido al escenario digital, constituyendo otro territorio de peligro para las mujeres y activistas, representan otra dimensión de interés investigativo y militante para muchas académicas que comparten las preocupaciones del movimiento feminista (Natansohn, 2019;Natansohn;Goldsman, 2018;Natansohn, 2021). Como lo sostienen Natansohn y Reis (Natansohn G.;Reis, J., 2021, p.6) Más allá de los objetivos de denuncia, en los últimos años también se consolidó una tendencia en la cual los movimientos sociales se apropian de las tecnologías para pasar a la construcción de tecnologías digitales alternativas (donde el movimiento de Software Libre es el antecedente más consolidado), o a la construcción de proyectos alternativos con la ayuda de tecnologías digitales (Sierra Caballero, F; Leetoy, S; Gravante, T., 2021).…”