“…El marketing educativo se ha convertido en el principal motor de cambio del sector de la enseñanza (Llorente, 2019), el cual, es una adaptación del marketing de servicios que le sirve a las instituciones educativas para el diseño de nuevas estrategias, de manera que estas les permitan ampliar la cobertura estudiantil y así satisfacer los diferentes intereses de los miembros de la comunidad académica, planificando, desarrollando y divulgando los programas académicos (Ospina-Díaz & Sanabria-Rangel, 2010). Además, las estrategias del marketing educativo son crear y facilitar a los clientes-consumidores, en este caso los estudiantes, el poder interactuar en situaciones de aprendizaje participativo dentro y fuera de contextos educativos, con la convicción de que el aprendizaje es un proceso vivencial, fruto de la reflexión, la discusión, el análisis, la interacción (Khoshtaria et al, 2020) y retroalimentación grupal (Naranjo, 2011). Esto mismo, es el proceso de investigación de necesidades sociales, tendientes a desarrollar y a la elaboración de nuevos proyectos educativos que cumplan con las necesidades de las mismas (Hashim et al, 2020), asimismo generando un crecimiento del individuo, esto a través del desarrollo de los servicios educativos (Solís, 2004).…”