“…Lo anterior indicaría una falencia de recursos emocionales para afrontar adecuadamente situaciones estresantes asociadas a las exigencias académicas, así como a nuevas responsabilidades, presiones familiares, económicas, sociales y cambios físicos, psicológicos, culturales y cognitivos propios de las etapas de adolescencia tardía y adultez temprana en las que se encuentran, que, al interactuar con factores predisponentes a patologías como la ansiedad y la depresión (antecedentes familiares, elección de pareja, cambios de residencia, enfermedad propia o de algún familiar, matrimonio, embarazo, inicio o pérdida laboral, muerte de un ser querido, etc.) generarían como consecuencia un deterioro global de la salud mental del estudiante (Arrieta et al, 2013;Barraza y Medina, 2016;Barraza-López, Muñoz-Navarro y Behrens-Pérez, 2017;Dávila, Ruiz, Moncada y Gallardo, 2011;Peláez et al, 2014).…”