“…Dicha unión no fue la única, pues a medida que la población se dispersaba o disminuía, nuevamente se reorganizaba el espacio sacralizado y político, permitiendo con ello que los pueblos de Putre, Socoroma, Belén y Codpa gozaran de cierta autonomía económica y política en los siglos venideros (Hidalgo et al, 2004b). La deconstrucción de su organización política creó una redefinición de la territorialidad sagrada, como también una reinterpretación del mundo simbólico, es decir, se forjó una nueva jerarquización de cerros y huacas en el espacio de estudio (Kessel, 2003a;Gil y Fernández, 2008;Sanhueza, 2008b;Choque y Pizarro, 2013), poniendo fin a las relaciones de reciprocidad asimétrica con los señoríos altiplánicos.…”