“…Los prebióticos de mayor importancia en la actualidad son los fructooligosacáridos (oligofructosa e inulina), galactooligosacáridos, transgalactooligosacáridos y lactulosa. Estos se encuentra en más de 36,000 especies vegetales, entre los que destacan los tubérculos de alcachofa de Jerusalén (Helianthus tuberosus), achicoria (Cichorium intybus), dahlia (Dahlia pinnata), yacón (Polymnia sonchifolia) (Braz de Oliveira et al, 2011), ajo (Allium sativum), trigo (Triticum aestivum), plátano (Musa paradisiaca), cebolla (Allium cepa), agave (Agave tequilana), entre otros, y se caracterizan por poseer enlaces del tipo β 2-1 (Rahim et al, 2021), los cuales no son hidrolizados por enzimas del tubo digestivo del animal, pero si por la microbiota del tracto posterior (Holscher et al, 2015). Los prebióticos estimulan el crecimiento de bacterias benéficas que incrementan la producción de sustancias antimicrobianas como peróxido de hidrógeno, dióxido de carbono, diacetilo, ácido láctico, acetaldehído, etanol y bacteriocinas, importantes para el control y eliminación de enteropatógenos (Moarrab et al, 2016;Enan et al, 2018).…”