“…La capacidad de experimentar y, por tanto, adquirir información, reflexionar, construir ideas y probarlas a partir de vivencias y percepciones, es posible gracias a las regiones específicas de la corteza cerebral donde se localizan dichas funciones cognitivas (Zull, 2002;Nieto, 2011). Esta capacidad ya se tiene, y se puede desarrollar, desde la primera infancia (Mora, 2013), por ello es fundamental realizar actividades con el alumnado, de manera que se favorezca el establecimiento de relaciones entre esas distintas zonas cerebrales. Muchos maestros, actuando por mera intuición, realizaban en clase actividades que sabían por experiencia que funcionaban.…”