“…Tomando en consideración el contexto mexicano, y el área social de la salud, se observa que en la literatura científica existente, las redes de apoyo en la mayor parte de los estudios son analizadas en cuanto a su vinculación con: (1) la adhesión al tratamiento (Ramírez y López, 2011), (2) situaciones vinculadas con el estrés del paciente (Castro, Eroza, Orozco, Manca y Hernández, 1997), (3) el diagnóstico y la prevención del VIH (Cáceres, 2004;Araya, Bravo, Carrasco, Urrutia, Vega, Rubio y Lira, 2013;Varas-Díaz, 2004), (4) el soporte emocional (Campero, Caballero, Kendall, Herrera y Zarco, 2010), (6) las relaciones y el impacto del VIH en el sistema familiar (Palacios, Avendaño y San Luis, 2008), (7) el estigma interiorizado en el personal de salud (Infante, et col, 2006) o en distintos sistemas sociales (Chong, Fernández, Huicochea, Álvarez y Leyva, 2012) y (8) la discriminación percibida por parte de los pacientes (Moral y Segovia, 2011). En cuanto al estado de Nuevo León, se observa que la mayor parte de los estudios realizados sobre el VIH versan sobre: (a) los efectos en la salud de los pacientes (Moral, Ramos-Basurto y Segovia-Chávez, 2015;Sotomayor-Duque et col., 2018;Guzmán, Bermúdez y López, 2017), (b) el apego al tratamiento (Gerardo, et cols., 2018), (c) la prevención del contagio (Torres, Torres, Onofre-Rodríguez y Vázquez, 2018), (d) la mortalidad de pacientes con VIH (Bravo-García y Ortiz-Pérez, 2016), (e) la exclusión laboral , (f) el imaginario sobre el VIH difundido en medios de comunicación (Sánchez, Blanco, Luis y Lozano, 2016) y (g) la reacción de los pacientes ante el diagnóstico (Konstantinidis y Garza, 2008).…”