“…En efecto, un nutrido conjunto de trabajos por parte de académicos de la música popular han venido a sostener esta afirmación desde diferentes frentes: Biamonte (2010) ha dedicado un estudio a las estructuras acórdicas de tipo modal en el rock internacional entre 1960 y 1990; Capuzzo (2009) sugiere, a través de conceptos como «tonalidad seccional» y «centricidad seccional», la independencia tonal entre secciones como algo común en la canción de rock, independencia también abordada por Tagg (2014); Temperley ha destacado la notable presencia de procesos cadenciales asociados al IV grado en el rock (2011), examinado patrones armónicos recurrentes en un importante corpus de canciones de rock entre los cincuenta y los noventa (de Clercq y Temperley, 2011) y analizado una suerte de «divorcio armónico-melódico» (Temperley, 2007) en estas músicas, esto es, una ausencia de correlación entre perfiles melódicos y patrones armónicos; otros estudios, como el de Doll (2017), tratan de desarrollar una teoría armónica específica para el rock desde la perspectiva del oyente. Las perspectivas analíticas de la armonía en el rock citadas suponen un contraste con respecto a otros planteamientos que consideran que el rock también puede operar bajo las lógicas schenkerianas del sistema tonal en lo que a direccionalidad armónica y conducción de las voces se refiere (véanse Everett, 2004, 2015; García Gallardo, 2000; Nobile, 2014, 2015, 2016).…”