Con respecto a la traducción jurídica del árabe propiamente dicha, Lapiedra (2004: 222-224) estableció una serie de criterios para llevarla a cabo y estima que la literalidad solo será preferible en algunos casos, privilegiando la adaptación, al mismo tiempo que proporciona una serie de indicaciones, pudiéndose aplicar, entre otras, las siguientes a la traducción del derecho islámico: mantener la literalidad y el término árabe cuando se trate de un concepto sin equivalente jurídico, añadiendo una explicación entre paréntesis o una