“…En ellos se representan personajes ricamente ataviados y guerreros, cuyos atributos y actitudes permiten vincularlos a grupos destacados dentro de la sociedad (Aranegui, 1994;Ramallo y Brotóns, 2014;Ramallo, Noguera y Brotóns, 1998;Ruano y San Nicolás, 1993) (Figura 4). De este modo, las imágenes que vemos en La Encarnación, y que aparecen también en otros lugares de culto del Sureste, estuvieron asociadas a las élites dado que los símbolos que representan se vincularon sin duda al prestigio, el estatus y la fuerza, tal y como ocurrió en otras áreas del Mediterráneo (Bradley, 1997;Cardete, 2003;Colonna, 1985). Éstos, se convirtieron así en espacios de representación para las élites locales, en los que a través de dicha iconografía y los símbolos a ella asociados se expresaron los valores de dicho grupo social diferenciándolo de otros miembros de la comunidad (López-Mondéjar, 2014).…”