“…El desarrollo no tiene un final, siempre existe la posibilidad que, durante toda su vida, el individuo se reorganice o tenga cambios a nuevos aprendizajes; de tal forma, el desarrollo es un proceso que no es exclusivo de la infancia (Martins de Souza & Ramallo Veríssimo, 2015;Organización Mundial de la Salud & UNICEF, 2013;Puche Navarro et al, 2009). Ahora bien, cuando se delimita el desarrollo a los elementos psicomotores en la etapa infantil se refiere a dicho proceso de cambios que se da desde la concepción hasta la adolescencia, el cual es integral, ya que ocurre en diferentes áreas del funcionamiento del niño, que específicamente son: la motora (tono, coordinación y precisión), la cognitiva (percepción interna, percepción externa y modulación de la percepción), la lingüística (expresión y comprensión), la adaptativa/social (identidad, interacción e integración) y social (interacción) (Abellán et al, 2015;Blanco-Villaseñor & Escolano-Pérez, 2017;Sigcha Ante et al, 2016). Durante su desarrollo psicomotriz, el niño adquiere habilidades que le permitirán pensar, procesar, organizar y transformar la información de los estímulos hallados en su contexto, lo que influirá en su adaptación al ambiente (Blanco-Villaseñor & Escolano-Pérez, 2017;Martínez, 2014).…”