Durante el siglo xix, Puerto Rico fue una posesión colonial de España en forma estable. Es de interés recurrente entre los historiadores ponderar los elementos que establecieron esa relación colonial sobre una base firme. ¿Qué mantuvo unidas dos nacionalidades en un acuerdo que concedía acceso desigual al poder político? ¿Cuál fue la base del pacto colonial en el Puerto Rico del siglo xix?Estas preguntas se vuelven más intrigantes todavía si consideramos que Cuba, la otra posesión española en el Caribe, siguió un patrón de comportamiento político totalmente diferente. Esto es todavía más cierto hacia fines de siglo, cuando el movimiento independentista cubano alcanzó proporciones nacionales. Una apreciación integral de la opinión pública coetánea en Puerto Rico demuestra que los terratenientes tendían a aliarse con España y no tenían intención alguna de sustituir el gobierno de Madrid por la independencia '.La situación política fue el resultado del consenso entre una gran cantidad de los propietarios (terratenientes, comerciantes y profesionales). Resulta útil el enfoque comparativo de Rafael María de Labra en su análisis sobre la cuestión colonial española. Al argumentar a favor de las reformas políticas para Puerto Rico en 1870, Labra subrayó la naturaleza dispersa de la propiedad como prueba de las grandes posibilidades de éxito de un régimen democrático liberal en la más pequeña de las dos colonias. Había en Puerto Rico un total de 55.105 propietarios agrícolas. Cuba, con una población de 1-359.238, doble de la de Puerto Rico, y más rica, tenía sólo 23.000 ^ El análisis de Labra tenía ciertas deficiencias, la más evidente es el hecho de que la propiedad de la tierra se hallaba altamente concentrada a lo largo de los llanos costeros donde era común la coexistencia del latifundio azucarero