“…Considerando investigaciones realizadas en las últimas décadas, existe cierto consenso en concebir a la psicología argentina como predominante si no excluyentemente psicoanalítica, ortodoxa e intuicionista; profesionalista en desmedro de producciones teóricas y metateóricas; clinicista en desmedro de otros ámbitos profesionales; aislada o desinformada acerca de investigaciones empíricas y adelantos disciplinares regionales e internacionales, y fundamentalmente desvinculada de las necesidades societales nacionales (Ardila, 1979;Castro Solano, 2004;Courel y Talak, 2001;Di Doménico, 1996;1999a;1999b;Di Doménico y Vilanova, 1990;Frank de Verthelyi, 1987;Gallegos, 2007;García, 2009;Klappenbach, 2000b;2000c;2003a;2003b;Litvinoff y Gomel, 1975;Piacente, 1994;Polanco y Calabresi, 2009;Serroni-Copello, 1986;Vilanova, 1987;/20031990a;1995a;1996;1997b). En una dimensión pedagógica, y en la enseñanza concreta, esto ha derramado en la sustitución de áreas curriculares completas por interpretaciones exclusivamente psicoanalíticas de fenómenos psicológicos y extra-psicológicos, en la promoción en el estudiantado de actitudes afectivas, personalistas y basadas en opiniones y creencias, en la reducción de la investigación crítica, pública y empírica a la exégesis literaria, en el aprendizaje verbalista y autoritario, y en el desaliento generalizado de un pluralismo crítico y sistemático con que abordar la psicología (Acevedo, 2001;Benito, 2009a;2009b;Benito y Elmasian, 2010;Di Doménico y Piacente, 2011;Fierro, 2014;Fierro, Iacovella y Toselli, 2015;García, 2009;Klappenbach, 2015a;Manzo, 2010;…”