“…Una de las principales adaptaciones fisiológicas que ocurren por la práctica deportiva son la reducción de la lipoproteínas de baja densidad (LDL) y aumento de las lipoproteínas de alta densidad (HDL); reduciendo el riesgo cardiovascular en escolares y adolescentes (Koozehchian et al, 2014), también disminuyen la frecuencia cardiaca en reposo y la masa grasa, además, aumentan la resistencia ósea, la masa muscular, la masa libre de grasa (MLG), el volumen de oxígeno (VO2), la reserva de glucógeno, entre otros efectos (Merkel, 2013;Nalcakan, 2014;Stasinaki et al, 2015). Sin embargo, en caso de mayor exigencia en el entrenamiento, el mecanismo de adaptación del deportista puede fracasar debido al estrés generado (Pancorbo, 2003;Brandão et al, 2015). Esta condición generalmente se presenta cuando existe un entrenamiento intenso durante un largo periodo ante eventos de competición y poco tiempo de recuperación entre ellos (Veal, 1991;Meeusen et al, 2006;Kreher y Schwartz, 2012).…”