Este artículo pretende sensibilizar a los maestros en ejercicio y a los futuros maestros frente al hecho de investigar como punto de partida de transformaciones educativas que implican el reconocimiento a su saber y a su hacer y también su compromiso para sistematizar las experiencias que desarrolla, de tal manera que suscite en sí mismo la reflexión y más aún la conciencia por la necesidad de un cambio educativo que se fundamenta en la construcción del saber pedagógico del maestro que hace a partir de su práctica docente.
Los escolares, como personas menores de edad, además de tener acceso a los derechos humanos que son universales, disponen de otros recogidos en la Convención sobre los Derechos del Niño. La escuela no solo tiene la gran responsabilidad de hacer cumplir dichos derechos, sino de darlos a conocer a sus estudiantes. La infancia y la adolescencia tienen que ser portadoras de sus derechos para dejar de ser objetos de protección y ser consideradas sujetos de derecho. El derecho de los niños a ser bien tratados presenta una doble dimensión. Por un lado, el conocimiento de los propios derechos y los mecanismos sociales para hacerlos valer; por otro, el poder aprender en un ambiente donde se desarrollen habilidades como la amabilidad, la ternura, la empatía y la compasión, además del derecho a la participación. Que los alumnos aprendan a participar siendo escuchadas y consideradas sus propuestas es el gran reto que presenta la escuela, la cual tiene la responsabilidad de mirar la sociedad con perspectiva intergeneracional y entender que los intereses de los niños, niñas y adolescentes no necesariamente tienen que coincidir con los del mundo adulto. La presente propuesta didáctica, basada en el proyecto inclusivo comunitario de aprendizaje cooperativo (PICAC), pretende construir verdaderamente una escuela para la vida, dándole mayor sentido a los aprendizajes que en ella tienen lugar.
Los escolares, como personas menores de edad, además de tener acceso a los derechos humanos que son universales, disponen de otros recogidos en la Convención sobre los Derechos del Niño. La escuela no solo tiene la gran responsabilidad de hacer cumplir dichos derechos, sino de darlos a conocer a sus estudiantes. La infancia y la adolescencia tienen que ser portadoras de sus derechos para dejar de ser objetos de protección y ser consideradas sujetos de derecho. El derecho de los niños a ser bien tratados presenta una doble dimensión. Por un lado, el conocimiento de los propios derechos y los mecanismos sociales para hacerlos valer; por otro, el poder aprender en un ambiente donde se desarrollen habilidades como la amabilidad, la ternura, la empatía y la compasión, además del derecho a la participación. Que los alumnos aprendan a participar siendo escuchadas y consideradas sus propuestas es el gran reto que presenta la escuela, la cual tiene la responsabilidad de mirar la sociedad con perspectiva intergeneracional y entender que los intereses de los niños, niñas y adolescentes no necesariamente tienen que coincidir con los del mundo adulto. La presente propuesta didáctica, basada en el proyecto inclusivo comunitario de aprendizaje cooperativo (PICAC), pretende construir verdaderamente una escuela para la vida, dándole mayor sentido a los aprendizajes que en ella tienen lugar. Esta guía nos habla al final del proyecto internacional Gira con la Infancia, que se presenta en línea; un proyecto donde niños, niñas y adolescentes de diferentes lugares del mundo comparten sus experiencias sobre participación y buen trato en la escuela. A raíz de esta propuesta didáctica, queremos invitar a docentes y estudiantes que van a trabajar en ella a compartir las vivencias y resultados de los proyectos implementados en la comunidad. Porque la mirada privilegiada de los niños ayuda a construir sociedades inclusivas donde todos tenemos cabida.
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