En obstetricia la posibilidad de hemorragia ha sido y es siempre una contingencia frecuente. Este accidente, siempre temible, cuando adquiere caracteres de gravedad tiñe el cuadro con trágicos contornos. Algunas complicaciones obstétricas son capaces de originar durante su evolución, cuadros hemorrágicos rebeldes a todo tratamiento habitual y que presentan como carácter común que la sangre no coagula.
El síndrome climatérico se desarrolló precozmente (< 2 años) en 41 mujeres castradas antes de los 25 años, fue multisintomático en aspectos objetivos y orgánicos, aumentando en intensidad y frecuencia en relación directa al tiempo de castración (< ó > de 2 años), siendo los signos orgánicos (osteoporosis y cambios en mucosas y piel) de aparición tardía y severa. El incremento importante de hormonas hipofisiarias y el descenso a valores normales sub-normales de estradiol fue precoz y mantenido, mientras que los valores de testosterona, prolactina y hormona tiroidea no variaron. El tratamiento con su succinato de estradiol (8 mg. por día) fue significativamente eficiente para los síntomas subjetivos y orgánicos que guardaron relación inversa del tiempo de la castración. Sin embargo, signos como la galactorrea y alteraciones dérmicas fueron resistentes al tratamiento. Los niveles hormonales hipofisiarios y los de estradiol y progesterona variaron sin obtener licencia significativa con el valor inicial y guardar relación al peso de la paciente.
Como es dable suponer, la nutrición regular es uno de los pilares de crecimiento y desarrollo humano. Cuando este aporte es deficitario por su calidad o cantidad o no puede ser aprovechado adecuadamente, afecta el proceso del desarrollo y aumenta el riesgo de pérdida de salud. Igualmente, si el aporte es excesivo, se produce alteraciones metabólicas trascendentes.
Se ha estudiado las vías de propagación y metástasis en 56 autopsias de pacientes que murieron por cáncer del cérvix. La extensión por continuidad es la vía de propagación más frecuente de esta neoplasia. Los parametrios estuvieron invadidos en el 96.4 por ciento de los casos; luego siguen en orden de frecuencia el tabique vésico-vaginal (69.7 por ciento), la vagina y la vejiga (59 por ciento), el tabique recto-vaginal (53 por ciento), el recto (34 por ciento), el cuerpo uterino y los anexos (23 por ciento). Metástasis por vía linfática fueron encontradas en el 83.9 por ciento de las pacientes, siendo más frecuentes las metástasis en ganglios pelvianos y luego en orden decreciente, se encontró metástasis en ganglios lumbares retro-peritoneales (50 por ciento), mesentéricos y mediastinales (18 y 16 por ciento respectivamente) y supraclaviculares (5.3 por ciento). En el 42 .5 por ciento de los casos se encontró metástasis producidas por vía sanguínea, siendo los pulmones (20 por ciento) y el hígado (16 por ciento) los órganos comprometidos con mayor frecuencia. En el 18 por ciento de las enfermas en las que se encontró metástasis hematógenas, no se encontró metástasis en ganglios linfáticos extrapelvianos, Las causas de muerte más frecuentes fueron: uremia (42.5 por ciento) y carcinomatosis (34 por ciento). En 45 casos (80 por ciento) se encontró compresión ureteral, en 39 de ellos bilateral. Como consecuencia de ello en 38 pacientes (68 por ciento) se encontró hidronefrosis; en 29 (52 por ciento) la hidronefrosis fue bilateral y en 2 unilateral. En 16 casos (28.5 por ciento) el cáncer cervical estuvo localizado dentro de la pelvis y determinó la muerte por complicaciones exclusivamente urinarias. Es muy probable que las enfermas que constituyen este grupo podrían haberse beneficiado con una evisceración pelviana. Dicho esto en otras palabras, este 28.5 por ciento de casos parecería indicar que, teóricamente, una enferma de cada cuatro con cáncer cervical avanzado se podría beneficiar con el tratamiento quirúrgico super-radical.
En 3,767 partos atendidos en el Hospital cayetano Heredia se ha efectuado parto con fórceps en 520 pacientes. De éstos, 300 han correspondido a indicaciones maternas o fetales o materno-fetales y 220 a fórceps electivo. Se encontró las siguientes complicaciones en la madre: trauma de tejidos blandos o trastorno neurológico de vecindad; ambos han sido de limitada extensión y severidad y la evolución fue favorable. La evolución puerperal ha mostrado anemia (41.7%) e infección puerperal (11.2% de útero y 5% de episiotomía); sin embargo, es necesario aclarar que estas complicaciones han ocurrido casi paralelamente en las pacientes con parto espontáneo que fueron atendidas en el mismo lapso. Se ha revisado 445 historias clínicas pediátricas, observándose de un porcentaje elevado de complicaciones que podría atribuirse al uso del fórceps (20.4%); un porcentaje que llega al 5%, o sea 22 niños, presentaron hipoxia al nacer; los niños se recuperaron ulteriormente con tratamiento. Trauma en el recién nacido, tales como la lesión en piel o cuero cabelludo y la parálisis facial, señalan al fórceps como causa de la injuria; otras consecuencias probablemente atribuidos al fórceps serían los cambios en la configuración craneal y la hemorragia endocraneana. El fórceps ha sido un instrumento útil para solucionar complicaciones en el segundo período del parto; puede considerarse que su uso es insustituible; sin embargo es axiomático aceptar que es un instrumento de utilidad cuando los requisitos de uso no son cumplidos.
Se estudió dos grupos de gestantes múltiples, 126 entre 1979-81 y 109 en 1994-95, en el Hospital Nacional Cayetano Heredia, con incidencias similares. No hubo diferencias estadísticamente significativas en la edad de las gestantes (26,5 - 27,3 años), paridad (2,4 y 1,3) ni en su incidencia en multíparas. El control prenatal aumentó significativamente en 1994-95, reduciéndose la cantidad de diagnósticos de gestación múltiple durante el parto (53,3% vs 24,1%). No hubo cambio en la presentación de hipertensión (30,9% vs 35,7%), complicaciones, duración de la gestación (35,7 y 35,9 semanas), pero sí hubo incremento significativo en el parto abdominal en 1994-95 (26,9% vs 60,7%). En ambos periodos, la, morbilidad puerperal fue significativamente mayor para el parto abdominal que para el vaginal, pero hubo una reducción significativa de las infecciones puerperales en 1994-95. La mortalidad materna fue nula en ambos periodos.No hubo diferencia significativa en el peso promedio del recién nacido en los periodos estudiados (2231 g vs 2293,2 g), existiendo una reducción importante de los nacidos con peso inferior a 1500 g en 1994-95 (15,6% vs 7,8%). La alta incidencia (26,18%) de recién nacidos con signos de restricción del crecimiento intrauterino (PFG), en 1979-81 aumentó significativamente a 41,6% en 1994-95, y puede ser atribuido a la hipertensión, y al grado de desnutrición materna. La mortalidad perinatal se redujo significativamente de 1979-81 a 1994-95, tanto en gestaciones simples como en las múltiples (47,2 vs 18,1x 1000 nv. y 164,56 vs 59,4 x 1000 nv, respectivamente). La prematuridad fue un rol significativo sobre estas tasas de mortalidad perinatal. En ambos periodos se mantuvo una mortalidad fetal igual o mayor al 50%, cuando el producto pesó menos de 1000 g, mientras que la mortalidad neonatal precoz de los que pesaron menos de 1500 g disminuyó significativamente de 80% a 46,7%, probablemente por la disminución de las infecciones neonatales en el segundo periodo. No se encontró diferencias significativas en la calcificación del Apgar, la hipoxia neonatal consecuente, ni el tiempo del nacimiento entre el 1.º y 2.º gemelo.
La inducción del trabajo de parto con prostaglandina E2 oral (PGE2) en 110 pacientes, tuvo éxito en 100 partos vaginales; hubo 9 fallas de inducción y una cesárea, con un porcentaje de efectividad de 90.9%. Se hace el análisis de los resultdos de las 100 gestantes con parto vaginal: 53 fueron electivas y 47 indicadas; por post madurez (18 pacientes), trabajo de parto disfuncional (13), ruptura prematura de membranas (9), toxemia (5), diabetes (2). El 86% tuvieron el parto con una sola sesión de inducción sin haber diferencia entre las electivas e indicadas. La PGE2 fue administrada en dosis progresiva horaria de 0,5 - 2 mg. Las pacientes tuvieron monitoría clínica anotando los incidentes en relación a la estimulación, parto, alumbramiento y recién nacidos. El puntaje pélvico de Bishop fue tomado como indicador pronóstico de éxito de la inducción. El 24,5% de las inducciones electivas y el 47% de las indicadas tuvieron puntajes superiores a 7, considerado como muy favorable. Este indicador, guarda relación indirecta con la dosis total de PGE2 necesaria para conseguir el parto vaginal y el tiempo total de inducción; pero no guarda relación con la edad, el índice ponderal de la madre ni con la condición electiva de la inducción. En los 95 recién nacidos se presentó hipoxia severa (Apgar 1); esta se relacionó con las alteraciones de contracción uterina, secundarias a la administración de PGE2. Los efectos secundarios maternos, febrícula, naúseas y diarreas, fueron leves.
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