El proceso de Bolonia apunta hacia la educación centrada en el que aprende. Lo hace desde una perspectiva administrativa cuando instaura el nuevo sistema de medida académica, el ECTS (European Credit Transferable System), común para todos y con la finalidad obvia de gestionar las transferencias de crédito de los programas Erasmus. Esta unidad de medida, a diferencia del crédito académico antiguo, que sólo contabilizaba como carga de trabajo las horas presenciales, es decir, el tiempo de ocupación del profesor, se modifica para incorporar las horas de trabajo del alumno, con y sin la presencia de un docente. Pero el mensaje no ofrece dudas a estas alturas. La universidad en Europa percibe que la sociedad le está pidiendo que sirva a un fin tan práctico como conseguir que el alumno aprenda y que lo considere un adulto responsable de su propio aprendizaje [1]. Como esto es relativamente nuevo en nuestro entorno parece recomendable iniciar un proceso de reflexión sobre lo que representa la educación centrada en el que aprende y cómo puede plantearse la migración desde la educación dirigida por el que enseña hasta esta nueva meta.La educación que se orienta a la obtención de resultados debe entenderse como un proceso transformacional de los que aprenden. Para la educación médica se trata de la transformación de jóvenes 'legos' en médicos. Los estudiantes son los que aprenden; por tanto, el complejo proceso transformacional del que aprende es lo que debería guiar las estrategias educativas institucionales y las tareas de los docentes.Sin embargo, las cosas no han discurrido hasta ahora por estos cauces. El diseño curricular, por un lado, no ha conseguido superar los esquemas clásicos de las asignaturas centradas en el corpus de conocimiento del área del profesor, como unidad estructural básica, y en los ciclos, que permiten segregar, con graves consecuencias para el aprendizaje, el razonamiento científico de base de la aplicación clínica. Su implementación y monitorización, por otra parte, se han centrado en las asignaciones docentes y en el control de su realización por los departamentos y profesores responsables. Si los que enseñan cumplen con las exigencias establecidas y los estudiantes los siguen atentamente, los resultados se consideran satisfactorios. Ésta ha sido la creencia del sistema tradicional, centrado en los procesos.Los avances de las últimas décadas en las ciencias cognitivas, sin embargo, han permitido elaborar un paradigma 'constructivista' del aprendizaje en el que la motivación personal para aprender desempeña un papel esencial. Según este paradigma constructivista, el aprendizaje es un fenómeno singular e individual, que puede verse facilitado por la interacción en grupo, pero que es idiosincrásico, puesto que no se aprende desde tabula rasa, es decir, desde el no saber nada, sino que se aprende a partir de lo que ya se sabe, se construye sobre las experiencias educativas previas.El paradigma constructivista del aprendizaje requiere saber qué es lo que llamamos 'conocimiento' y su carácter utilit...