“…Las conductas adictivas han ido en aumento en las últimas dos décadas (Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito [UNODC], 2019) y han tomado diferentes rutas y accesos, generando consecuencias perjudiciales en diferentes poblaciones, así como diversos modelos explicativos para su abordaje (Andreassen, 2015;Apud & Romaní, 2016). Dentro de los accesos a este tipo de conductas, se diferencian dos grandes campos: las conductas adictivas relacionadas con sustancias (convencionales) y las adicciones sin sustancias o comportamentales (Braun et al, 2019;Cía, 2014;Echeburúa, 2016;Hormes et al, 2014;Kuss et al, 2017;Van Rooij & Prause, 2014). Esta diferencia en el tipo de acceso y comportamiento adictivo no implica una menor atención, debido a que este segundo bloque (adicciones sin sustancias) también evidencia una dinámica peligrosa en el deterioro de diferentes campos en el ámbito personal, social y familiar (Becoña & Oblitas, 2003;Bisso-Andrade, 2013;Chávez et al, 2017); configurando una ruta con el estudio de ludopatías, adicción a redes sociales, uso problemático de smarthphone, apuestas en línea, cybersexo e incluso el trabajo (Cotlear et al, 2009;Estévez et al, 2017;Goldberg, 1995;Lara & Miyahira, 2009;Leon, 2014;Marín, 2018;Palomares, 2017;Rengifo et al, 2015;Salas-Blas et al, 2017;Yarlequé et al, 2013).…”