“…Aunque hay una amplia literatura que ha explorado los efectos de la violencia sobre los hábitos y las prácticas periodísticas (Chalaby, 2000;Charles, 2020;Gohdes & Carey, 2016;González, 2020;Hughes et al, 2016;Hughes & Márquez, 2017;Nerone, 1990;Relly & González de Bustamante, 2014;Waisbord, 2002), e incluso sobre la salud mental de los periodistas (Feinstein, 2012;Flores et al, 2012), pocos trabajos han diferenciado entre las lógicas de la intervención de los criminales violentos y la intervención de los actores estatales sobre la prensa. Menos estudiadas aún son las consecuencias de la violencia criminal sobre los contenidos concretos de los medios.…”