“…Abregú había formado parte de círculos tradicionalistas en su provincia en los años treinta, antes de trasladarse a Buenos Aires, donde dirigió el Museo de Motivos Argentinos "José Hernández"; luego ocupó un cargo en la Subsecretaría de Informaciones. En un folleto publicado en 1953 por esa repartición, se ocupó de hacer la apología de la política cultural del "justicialismo gaucho"; el Segundo Plan Quinquenal, para él, significaba una "exaltación de las costumbres regionales" y una defensa de la "tendencia plebeya del espíritu" que se había manifestado ya en el Martín Fierro y en Juan Moreira, pero había sido rechazada en un contexto en el que sólo parecía importar "el hombre europeo, el libro europeo, el problema europeo": Se había cerrado -y continúa cerrado-el camino de la comprensión y la valorización del indio, de la chusma, del gaucho, del montonero, de la plebe, del descamisado o del cabecita negra de la calificación internacional, que habríamos de enarbolar en cada etapa de la vida nacional que tuvo olor y calor de pueblo, a modo de bandera de reafirmación criolla, de pregón de la personalidad nacional (...) 70 En otro elogio de la política oficial el mismo año, esta vez a propósito de los indígenas, Abregú defendió la superioridad del legado "indoamericano" respecto del europeo y puso su pluma a defender a las sucesivas víctimas del imperialismo extranjero: "los indios, luego los criollos y hoy los trabajadores". 71 La cadena de equivalencias que Abregú opone a la de "lo europeo", propia de sus enemigos políticos, enlaza pasado y presente de las condiciones sociales (chusma, plebe, descamisado), las posiciones políticas (montonero, peronista) y las extracciones étnicas (indio, cabecita negra).…”