“…Creemos que la necesidad de reconocimiento y legitimación al interior de la actividad teatral es aquello que puja para que los artistas del espectáculo prescindan de muchos de sus derechos como trabajadores y experimenten sus trabajos artísticos en condiciones de precariedad que, desde fines del siglo XIX hasta la actualidad, se manifiesta como una constante. Además, debemos considerar las relaciones de poder que se ejercen sobre actores y actrices y, para ello, recuperamos las reflexiones de Karina Mauro (2020), quien postula que: … la escena se entiende como el lugar de lo femenino o, más exactamente, de la posición femenina en el mundo patriarcal: un espacio en el que los sujetos no accionan ni producen valor, limitándose a ofrecerse pasivamente a la mirada de otros, en tanto cuerpos a ser contemplados. La actuación se convierte así en una actividad improductiva, hecho que justificaría la precariedad laboral del sector, pero también sospechosa, minorizada y, por lo tanto, susceptible de ser encauzada (p. 3).…”