“…Investigadores que trabajan en estos espacios (Díaz y Mora, 2018;Gómez, 2017;Parchuc, 2020) están de acuerdo en que este tipo de talleres penitenciarios son urgentes y necesarios: poderosas poleas de transmisión para nuevos vínculos de espaldas a la deshumanización promovida por las lógicas carcelarias (Frugoni, 2020). También hay estudios en otros países dedicados al tema (Sequeiros, 2018;Temple, 2018) que, desde sus intervenciones, presentan metodologías de cómo trabajar la lectura en cárceles. Este tipo de formaciones comprometen al sujeto a la reflexión de sí mismo, de quién es y de aquello que sabe, y lo involucra en un espacio compartido (Bustelo, 2017), que genera saberes personales y colectivos, apropiaciones de lecturas, prácticas autorreflexivas escriturales, "prácticas transformadoras y complejas que permiten explorar y fortalecer las condiciones de autodescubrimiento, además de reconocer multiplicidades de escenas, tiempos y localizaciones del poder" (Sánchez, 2021, p. 7).…”