“…En el imaginario popular quedó la imagen de esos exilados ocultando bajo tierra sus riquezas en la espera de un incierto retorno 37 , y décadas después cualquier ruina atribuida a ellos sería a menudo objeto de busca de míticos tesoros, partiendo de la idea, tampoco insensata, de que: "El recurso sería, lo fue, ocultar esos ahorros en los campos y casas, con la esperanza de que algún día podrían volver a esta tierra, su tierra, a recuperarlos, sobre todo cuando no era difícil adivinar que el penoso viaje del exilio en modo alguno garantizaba el respeto de esa riqueza". 38 Así, este investigador ha recogido abundantes referencias documentales de excavaciones que podían incluso alterar la seguridad de edificios y que por tanto se perseguían: "Y en esto es menester poner luego remedio porque, avnque se pone cuidado en guardadas, con cobdigia de buscar lo que los moriscos tenían escondido, de noche las caban y derriban, y no se puede remediar avnque se castigan algunos sobrello". 39 Como consecuencia, está bien documentada la intervención el Santo Oficio en estos temas de busca de tesoros, según ha estudiado por ejemplo Mª A. Fernández ya para el siglo XVII y en el Reino de Granada.…”