“…En este sentido, en concordancia con Gómez (2010), se aprecia una identificación de diversos autores con la visión utópica del turismo alternativo la cual, se encuentra sesgada pues, denota una influencia irrefutable de las propuestas teóricas-metodologías de organizaciones internacionales que en su afán de incentivar el turismo parecen negar los verdaderos impactos de la actividad turística ya sea de corte masivo o alternativo, lo anterior, según Ibáñez (2016b). Sumado a los cambios en gustos y preferencias de los viajeros, quienes externan profundo interés en el cuidado del medio ambiente y la vuelta a un entorno natural en contraste con la ciudad (Mediano, 2004), ha contribuido a que comunidades mantengan arraigada la idea de que ese segmento turístico genera menores impactos negativos en comparación con modalidades tradicionales (Valdez y Ochoa, 2015;Ibáñez y Olmos, 2015;Tudela y Giménez, 2008). Algunas investigaciones que, apoyan esa versión rosa del turismo alternativo y que documentan supuestos casos de éxito en México, se han reportado por parte de Ramírez (2012), Gasca et al, (2010b) y López (2006) donde se plantea que su implementación responsable y bien planificada deriva en la creación de más fuentes de ingreso, mayor cohesión y participación de la comunidad en especial de las mujeres.…”