“…Es decir, se considera ganado criollo a los bovinos (Bos taurus) descendientes de los originalmente traídos de España, que se adaptaron evolutivamente y se reprodujeron en diferentes regiones agroecológicas de América (De Alba, 2011;Barba & Fernández, 2005;Villalobos-Cortés et al, 2009). Estos bovinos criollos conforman poblaciones no seleccionadas para rasgos productivos (De Alba, 2011;Ulloa-Arvizu et al, 2008;Vilaboa-Arroniz et al, 2012b), ya que estos animales se han adaptado, a través de selección natural, a las condiciones medioambientales adversas de las regiones donde se ubicaron (De Alba, 2011;Ulloa-Arvizu et al, 2008;Vilaboa-Arroniz et al, 2012a, b), sobre todo a la estacionalidad de la producción forrajera. Al ganado criollo también se le atribuye precocidad, fertilidad, facilidad al parto, longevidad y resistencia a enfermedades y a ectoparásitos, en comparación con razas del cebú (Bos indicus) y de razas europeas (Bos taurus) adaptadas a los trópicos (De Alba, 2011;González-Cerón et al, 2009;Severino-Lendechy et al, 2016;Severino-Lendechy et al, 2017).…”