“…La combinación de factores de tipo social, económico, político y cultural ha contribuido a que en el país no se logre una disminución sustancial de la mortalidad por este cáncer, pues se reportan múltiples barreras del sistema de salud, como la distancia geográfica, los problemas en la calidad de la citología, la fragmentación en la prestación de los servicios de salud (que, en el caso particular, se evidencia en que los servicios de atención, diagnóstico y tratamiento del cáncer son brindados por diferentes prestadores de servicios de salud), los problemas de tipo administrativo, y la falta de sensibilidad y adecuación cultural de los servicios [9][10][11]. Existen también demoras para iniciar un tratamiento oportuno: los hallazgos de algunos estudios reportan que las mujeres más pobres, afiliadas al régimen subsidiado, o que no tienen seguro, y que viven en zonas apartadas inician su tratamiento cuando el cáncer está avanzado, y que, además, deben desplazarse a otros departamentos a recibir atención en salud, lo que dificulta la adherencia [12][13][14]. Esto último da cuenta de la existencia de mercados de salud concentrados, pues según el Instituto Nacional de Cancerología, el 57,6 % de los servicios oncológicos del país se hallan en ciudades capitales (Barranquilla, Bogotá, Cali, Cartagena y Medellín) [15], lo que impide el acceso efectivo al tratamiento de los pacientes oncológicos de lugares apartados del país, entre los cuales se encuentran los departamentos fronterizos, como La Guajira y Nariño.…”