“…Ya como aportaba Le Breton (2002), el cuerpo es una construcción simbólica, no una realidad en sí misma, por lo que nunca es algo dado, natural y neutral, sino que siempre está cargado de sentidos, deviene de una historia, está inscripto en una cultura y es construido en sus formas de hacer, decir y pensar. En este sentido, el cuerpo es lo que nos inscribe en el orden de la diferencia y lo plural (Galak, 2015), en consecuencia, en el orden de lo público, por ende, de lo político, de lo verdaderamente humano (Arendt, 2009).…”