“…Desde hace una veintena de años, la historiografía europea vive un movimiento de «retorno al actor» que ha permitido renovar el estudio de algunas fuentes. Este es el caso, muy particularmente, de los «écrits du for privé» (Foisil, 1986), egodocuments (Dekker, 2002) y otros Selbstzeugnisse (Ulbrich et al, 2010), cuyo corpus es actualmente objeto de inventarios completos en muchos países de Europa (Bardet et al, 2010), especialmente en los espacios mediterráneos: en Italia, donde los «libros de familia» fueron descubiertos muy tempranamente (Cicchetti, Mordenti, 1985;Mordenti, 2011Mordenti, , 2004Ciappelli, 2001), y en España, donde la cultura escrita (Castillo Gómez, 2006Torres Sans, 2000) y los escritos populares (Amelang, 1998) son objeto de numerosos trabajos. El redescubrimiento de estos escritos «ordinarios» genera una recuperación del interés por el estudio de las prácticas de escritura que asocia a historiadores, filólogos y antropólogos en fecundas aproximaciones interdisciplinares (Fabre, 1993;Lahire, 1993;Chartier, Messerli, 2008).…”