“…Sin embargo, hacia el sexto mes de vida, el reflejo de succión es integrado por el sistema motor, evolucionando de manera técnica al concepto de sorbición, denotando la maduración de su sistema nervioso en relación a su actividad neuromuscular. Se convierte pues la succión en la actividad física aprendida y con un engrama motor establecido en el bebé, que le permite no solo alimentarse sino desarrollar aspectos de anatomofisiología estomatognática (Bartuilli, La alimentación es un proceso que se desarrolla secuencialmente y que acompaña el crecimiento del individuo a lo largo de toda su vida (Figuerola, Canales, J, & Arija, 2019); (Iguacel, y otros, 2019), teniendo una principal marca en los primeros años, donde en conjunto con las experiencias vividas con padres, hermanos, familiares en general y/o cuidadores (Morales & Stabile -Del Vechio, 2015); (Organización Mundial de la Salud, 2010), se generarán patrones y situaciones que marcarán la pauta para la alimentación no solo en cuanto a gustos por sabores y alimentos en especial, sino que coadyuvarán al crecimiento osteomuscular (labios, mejillas, encías, paladar, erupción dentaria, crecimiento craneofacial) y sensitivo de la región peri e intra oral, influyendo así aspectos funcionales de los mismos (Varas & Gil, 2012); (Reni & Piñeiro, 2014); (Vargas, Eusse, & Alvarado, 2021). Estas acciones definidas como fenotípicas definen el crecimiento, desarrollo y maduración de la región oral; alteraciones referidas a este proceso limitarían factores de entrada sensorial y construcción de movimientos maduros de la boca, así como problemas de fuerza o desarrollo, ya que el crecimiento, el desarrollo y la maduración estarán mediados por la condición funcional.…”