“…La primera transición de la fecundidad en Europa comenzó a fines del siglo XIX, aunque con distinto tempo entre países, destacando la más tardía incorporación a esta nueva pauta de los países meridionales 1 . La llamada segunda transición -término acuñado por Van de Kàa (1987)-se inicia a partir de los años sesenta, con el acusado descenso de la tasa de fecundidad como rasgo generalizado en toda Europa occidental, si bien la intensidad de la caída, el suelo alcanzado y el momento en que se invierte la tendencia -en los casos en que se ha producido-varían entre unos y otros países (Council of Europe, 1998;Day, 1995;Decroly y Grimmeau, 1996;Jensen, 1998;Lutz, 1994). Aunque se aprecia una gran similitud en cuanto a la generalizada tendencia descendente de la fecundidad, otros fenómenos concurrentes, tales como el retraso del calendario de la maternidad y el descenso de la intensidad de la nupcialidad, así como el contrapeso que suponen a ello el aumento de las uniones consensuales y la fecundidad extramatrimonial, no presentan igual impacto en los índices de reproducción alcanzados.…”