“…La elección del pronombre personal -yo vs. nosotros/-as-puede connotar el mensaje y generar contenidos implícitos que atienden fundamentalmente a la intención del hablante. El uso de los pronombres personales mencionados crea en el discurso referencias deícticas vinculadas con la construcción de imágenes colectivas (Helmbrecht 2002, Petersoo 2007, Pavlidou 2014, su uso estratégico para la creación de un nosotros político (Blas Arroyo 2000, Bull & Fetzer 2006, Scavino 2020, la autoría y la invisibilidad en el discurso científicoacadémico (Hyland 2002, García Negroni 2008, la asunción o exención de responsabilidad (Heger 1974, Kerbrat-Orecchioni 1980, la inclusión o exclusión del emisor / la integración o diferenciación en un grupo (Santo Tomás 1560, Jespersen 1924, Bühler 1934, Benveniste 1966, Fowler & Kress 1983, Anderson & Keenan 1985, la autorreferencialidad (Bajtin 1929, Vygotsky 1934, 1938y 1983, Kohlberg, Yaeger & Hjertholm 1968, Luria 1979, la delegación o representación de otros (Grevisse & Goosse 1936, Kerbrat-Orecchioni 1980, Gelabert-Desnoyer 2006, De Cock 2011y 2016, Villalba 2018, la pretensión de universalidad (Kitagawa & Lehrer 1990, Fernández & Táboas 1999, Villalba 2018, etc. La opción del yo o de sus formas tónica -mí-, átona -me-y amalgamada -conmigo-está vinculada en su uso estándar a la declaración expresa de toma de conciencia y asunción de responsabilidad del individuo, mediante la cual cada persona se hace cargo de las relaciones que establece con el medio y con los demás.…”