“…El objetivo de la Unión Europea ha sido la reducción de combustibles fósiles y la mitigación del cambio climático (Oosterveer, 2020), lo que ha permitido el crecimiento en el consumo de biocombustibles ya sea de producción local o importada. Además, España tiene presencia en la producción de biodiésel, particularmente cuenta con una dinámica regulatoria en biocombustibles, la primera de ellas se aprobó mediante la Ley 12/2017 con un objetivo de 3.4 % de consumo de la energía por el sector del transporte, incrementándose hasta el 7 % para 2011 (Fernández-Tirado & Parra-López, 2021) Finalmente, la posición de Indonesia con ventaja comparativa se debe al aumento en los precios del petróleo, debido a que ello propició que estableciera políticas para el uso de biocombustibles en 2006, lo que a su vez generó el desarrollo de la industria de aceite de palma, que es la materia prima para el biodiésel, y de forma global el Gobierno permitió plantearse como meta el 17 % de energía renovable para el 2025 (Yasinta & Karuniasa, 2021). Además, al ser Indonesia el productor de aceite de palma más destacado en el mundo, el 5 % del aceite fue destinado a la producción de biodiésel para abastecer el mercado extranjero y nacional (Dharmawan et al, 2020); lo que le ha permitido mantener la política de mezcla B20 (20 % de biodiésel) y a partir de 2020 se espera que tras la regulación se dé continuidad para ser el primer país en mantener la mezcla B30 (Febriansyah et al, 2020).…”