“…Este avance de la urbanización, en la mayoría de los casos -por su heterogeneidad y espontaneidad-, no se encuentra adaptado al ambiente pedemontano, lo que genera un alto impacto y degradación ambiental, un uso intensivo de los escasos recursos de agua y suelo, la destrucción de la vegetación natural, la aceleración de la escorrentía y degradación del paisaje (Abraham et al, 2005;Verdugo et al, 2021) Al considerar el recorrido histórico de la configuración territorial del piedemonte, es posible observar que, a partir de la década del 50, comenzaron a instalarse las primeras viviendas, concentradas principalmente en asentamientos precarios de bajos recursos localizados en las cercanías de diques aluvionales, ripieras y vertederos (Municipio de Luján de Cuyo, 2018). Desde entonces, se extendió la urbanización de manera dispersa hasta 1970, coexistiendo con pequeños productores ganaderos -que aún se encuentran asentados en puestos que contienen espacios de producción y reproducción-y sectores destinados a actividades turísticas (Pastor et al, 2021).…”