“…Las primeras medidas que se tomaron incluyeron la prohibición del partido de Baaz iraquí, la disolución del ejército y el despido de los miembros del partido de los puestos que anteriormente ocupaban en el aparato estatal, lo que llevó a que muchos de ellos (funcionarios y miembros del ejército) al verse desprovistos de empleo e incluso de sus pensiones tras años de servicio, apoyaran la causa del por aquel entonces líder de Al Qaeda en Iraq, Abu Musab al Zarqawi 14 (Warrick, 2015). Adicionalmente, se determinó la imposición de un parlamento al estilo libanés, en los que los tres grupos identitarios del país (sunni, chií y etnia kurda) se verían representados en función de su densidad demográfica(Calculli, 2018). El fin del régimen de Saddam, dejaba un vacío de poder en una política iraquí que se abriría a partir de entonces a las influencias políticas externas, principalmente encabezadas 14 Años después, muchos de los ex-oficiales y ex-coroneles del ejército iraquí pasarían a ocupar puestos de relevancia en el Estado Islámico de Irak y Levante (ISIL, a la postre Daesh), como Hafi Bakr, estratega militar y uno de los artífices de las conquistas territoriales de Daesh en Siria (Del Grande, 2019).…”