“…Años atrás, por lo que hace a los antecedentes históricos de la relación entre México y la OIT, su primer director, Albert Thomas, había conseguido atraer la atención de los mexicanos y animado el envío de un observador permanente para estudiar los términos de una colaboración formal, en principio posible, pero al final inviable, lejos de la Sociedad de Naciones, como en un primer momento Fa b i a n H e r re r a Le o n pretendió hacerlo la diplomacia mexicana. 11 Esta sería la principal causa de molestia y enfriamiento del intercambio amistoso entre el BIT y las autoridades mexicanas justo cuando emprendieron una relación formal tras el ingreso de México en la Sociedad de Naciones en septiembre de 1931 vía una negociación directa con el secretario general de esta organización central y no de la búsqueda de resquicios y ambigüedades legales (HERRERA LEÓN, 2011, p. 336-355;HERRERA LEÓN, 2020, p. 1647-1680. La suspicacia para con la organización laboral, en gran medida alimentada por Salvador Martínez Alba a través de sus cada vez más frustrantes e imbricados informes como observador permanente de México en Ginebra, 12 muy probablemente terminó por despejarse con el nombramiento de un nuevo director general tras la inesperada muerte de Albert Thomas en mayo de 1932.…”