El artículo propone un análisis de las rutinas productivas y de las condiciones laborales en la redacción de La Nación, desde una perspectiva de género, y en el contexto de aislamiento por la pandemia de Covid-19. A su vez, de manera complementaria, se sumó un estudio cuantitativo de los encuadres periodísticos en torno a la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), durante el mes de diciembre de 2020. Esta articulación permitió comprender, de un modo más integral, cómo la estructura organizacional de un medio y sus condiciones de producción dejan huellas en la selección, jerarquización y tratamiento noticioso de un tema clave en la lucha por la ampliación de los derechos de género.
Entre los resultados, observamos que La Nación, uno de los medios más importantes y tradicionales de Argentina, presenta en su cúpula directiva y en la redacción periodística una organización desigual en todas las dimensiones analizadas, en tanto los hombres ocupan los puestos de mayor jerarquía y las mujeres son relegadas en la base piramidal y en secciones consideradas “blandas o feministas”. La brecha también se encuentra en los salarios y en condiciones laborales más precarias e inestables, acentuadas por el escenario de aislamiento en pandemia, el cual resultó en “doble jornada” para las trabajadoras de prensa (madres), por la prescripción del trabajo remoto sin organización social del cuidado por parte de la empresa. A su vez, el trabajo de campo permitió observar cómo se reproducen en el ámbito laboral prejuicios y estereotipos por razones de sexo.
Desde los estudios de género y feministas, entendemos que el orden patriarcal impone relaciones de poder signadas por la inferioridad de las mujeres frente a los hombres, y define una organización social basada en las diferencias sexo-genéricas que incluye desde la división del trabajo hasta las construcciones de sentido en torno a problemáticas y necesidades sociales.
En esa línea, el análisis de contenido sobre las noticias periodísticas publicadas, durante el mes en el que se sancionó la IVE, arrojó datos sobre autorías y fuentes que resultan de interés para reflexionar acerca de los encuadres que efectivamente quedan plasmados en los textos noticiosos. Sobre un total de 229 notas, observamos que sólo el 20,5% incluyó la firma de una mujer. Además, la mayoría de las fuentes que se utilizaron como principales fueron masculinas y, cuando se priorizaron las fuentes femeninas, se tendió a la polarización.