“…Así, en el contexto del COVID-19, el procesamiento de información emocional y cognitiva de las personas se vio afectado por una serie de situaciones inéditas: primero, la exposición a información excesiva o contradictoria sobre los riesgos a la salud y la exposición a la muerte y contagios que llevó a una serie de rumores, desinformación o información falsa, particularmente difundidas en redes sociales (Galarza-Molina & Muñiz, 2021;Pulido et al, 2020;Tsao et al, 2021). Segundo, la incertidumbre ante medidas como el aislamiento social y los diferentes duelos por la pérdida de familiares, amigos o los abruptos cambios económicos, expresados en la reducción significativa en los niveles de ingreso o pérdida de empleos (Ramírez-Ortiz et al, 2020;Rozo-Sánchez et al, 2021). Lo anterior puede explicarse en términos de lo que Leon Festinger, a mediados de la década del cincuenta del siglo pasado, teorizó como "disonancia cognitiva", describiéndola como una incomodidad psicológica debido a la inconsistencia entre lo que las personas piensan y lo que hacen.…”