MARÇAL, Katrine. ¿Quien le hacía la cena a Adam Smith? Una historia de las mujeres y la economía.Penguin Ramdom House Editorial, Barcelona, 2016, 219 pp. ISBN. 978-84-9992-598-1 La tesis sobre la que pivota "¿Quién le hacía la cena a Adam Smith?" es que la economía convencional se ha alejado de las diferentes dimensiones que conforman la sostenibilidad global para centrarse en el crecimiento económico y en la obtención de beneficio. A través de sus páginas, su autora, Katrine Marçal, aborda desde una perspectiva histórica la construcción de la economía moderna sobre la base de la creencia de que el interés propio, el conocimiento objetivo y los modelos matemáticos son el único modo válido de conocimiento. Katrine Marçal es periodista, escribe sobre política, economía y feminismo, y desarrolla su trabajo como jefa de opinión de Aftonbladet, el principal periódico de Suecia. La autora revisa desde un enfoque crítico los fundamentos de la disciplina económica partiendo de una reflexión en torno al ideal del hombre económico, la exclusión de la mujer de este imaginario, las consecuencias perversas de esta lógica economicista de acumulación y la importancia de los valores y las actividades que se encuentran al margen del modelo económico dominante. Por último, Marçal plantea una crítica al individuo racional, egoísta y competitivo, visibilizando el conflicto entre el capital y la vida y dando cuenta de cómo dicho ideal de autosuficiencia niega la interdependencia del ser humano indispensable para la propia reproducción de la vida.La autora elabora su narrativa con un lenguaje periodístico, sencillo y directo, combinando el rigor del análisis científico con la comunicación divulgativa, mediante mensajes contundentes y no exentos de polémica sobre el ámbito de lo económico.Entre las aportaciones más significativas que recoge "Quién le hacía la cena a Adam Smith?" destaca la visión que determinados economistas tienen sobre el amor. Como sostiene la autora del libro, el amor, según estos economistas, es un bien escaso, un bien difícil de encontrar, y aún más de mantener, de ahí la necesidad de buscar otra variable que sirva de fundamento organizativo de nuestra sociedad. Aquí aparece por primera vez un término que nos acompañará a lo largo de las 219 páginas de este libro: el interés propio, un bien inagotable que nos aseguraría el funcionamiento de todo el conjunto social. Sin embargo, ni las decisiones de los individuos son tan predecibles y racionales, ni el mercado se autorregula por una mano invisible, que de forma "natural" asignará los recursos de la manera más eficiente, como sostienen los actuales economistas. La autora subraya con Folbre (2001) que la economía además de cimentarse sobre una mano invisible, lo hace sobre un corazón invisible.De esta forma queda claro que el hombre económico no es mujer, título de uno de los capítulos del libro, en el que la autora resalta que a la mujer se le ha asignado la tarea de cuidar a los demás, no la de maximizar su beneficio. Ella no es racional, ni egoísta, ni actúa ...