aul Ricoeur publica a sus noventa años La Memoria, la Historia, el Olvido (2003). El autor francés, tras una vida que ha contemplado el siglo XX desde su segunda década (1913), acumula recuerdos y olvidos suficientes en su memoria para la reflexión comenzando por el ¿qué? y después el ¿quién? para llegar al ¿cómo?:ideologías que imponen el olvido, o conmemoraciones forzadas que imponen el recuerdo; Ricoeur reflexiona sobre ello y postula una política de la justa memoria.La ausencia se instala en un trayecto que fija la voluntad de la memoria y la voluntad del olvido. Entre el recordar y el olvidar se halla presente la ausencia. Historias de ausencias, narraciones que representan lo que son aunque no están, el divorcio entre el ser y el estar. Ser pero no estar; ser ausencia no es ser inexistencia. Por lo tanto, la ausencia es una presencia a pesar de la voluntad de negarla. El deseo de negación sostiene la fuerza de la ausencia e incrementa su presencia aunque le sea negada la palabra para permanecer en la memoria y en la historia. Es en el pensamiento donde se refugian las ausencias. Desde ahí pues, abordaremos esta metáfora, como presencia de lo no dicho o de lo no permitido, pero sí recordado. Presencia sustituida, figura ausente, memoria, metáfora del pensamiento en la metáfora de la escritura.Ausencias y presencias forman parte del pasado y de la memoria. Los recuerdos que componen la memoria vienen representados por imágenes. Tanto el empirismo inglés como el racionalismo de la tradición filosófica cartesiana confluyen en hacer de la memoria una región de la imaginación, la cual era tratada ya desde antiguo con sospecha, como puede verse en Montaigne y Pascal (Ricoeur, 2003: 21). Memoria e imagen se colocan bajo el signo de la asociación de las ideas, así pues, evocar una -por tanto, imaginar-es evocar la otra, por tanto acordarse de ella, señala Ricoeur. Por lo que se muestran presencias que al ser evocadas son recordadas determinadas ausencias; o P