Este artículo examina un nuevo tipo de tensión, identificada en el seno de la filosofía de las prácticas científicas, entre la pretensión de desarrollar una ciencia imparcial y el hecho aceptado de que en la ciencia se presuponen valores no epistémicos. Para situarla en su contexto y comprender sus pormenores, presentamos primero el ideal que la subyace, el ICV (ciencia sin valores), cuya inconveniencia se reconoce ahora abiertamente en el ámbito de la filosofía de la ciencia acerca de los valores (epistémicos y no epistémicos), ante todo en el caso de la búsqueda de una imparcialidad mejorada. La variedad de estudios sobre valores, sin embargo, ha permitido plantear un nuevo problema de demarcación, situado ahora en contextos de incertidumbre y riesgo, centrado en la legitimidad (o ilegitimidad) de los valores que presuponen las actividades cognitivas. En este contexto surge el nexo entre los valores y la cuestión de un conocimiento pretendidamente imparcial, para el que proponemos un intento de solución.