“…El proceso de patrimonialización supone «una separación física y simbólica del elemento a conservar de otros elementos de su entorno y después una recontextualización» (Frigolé, 2014: 32). Una recontextualización que supone su capitalización (Carmona-Zubiri, Travé-Molero y Nogués-Pedregal, 2015;Frigolé, 2014: 37), es decir, su transformación en un proyecto económico que no viene dado por la historia o el territorio (Rautenberg, 2000: 2), lo cual explica que patrimonialización y desarrollo se hayan convertido en un binomio habitual (Frigolé, 2014: 38) en las planificaciones tecnocráticas de los Estados a través de sus instituciones y sus prácticas burocráticas (Guillaume, 1990: 13), como, en este caso, vendría a ilustrar el plan Futurelx (1998)(1999)(2000)(2001)(2002)(2003)(2004)(2005)(2006)(2007)(2008)(2009)(2010)(2011). No obstante, se da la paradoja de que al mismo tiempo que es mercantilizado, el patrimonio sigue siendo aquello que no debe ser vendido, porque además de un significado económico sigue teniendo una carga política y moral (Frigolé, 2014: 39), lo cual abre la puerta a enfrentamientos entre diferentes formas de entender los valores y los objetivos primordiales de los elementos patrimonializados (Gómez, 2017), especialmente en contextos turísticos, ya estén en construcción -como el caso de Elche, donde estos enfrentamientos se producen dentro del propio grupo que controla el patrimonio-o consolidados (Hernández-Ramírez y Quintero, 2019).…”