“…Una racionalidad que, por propia definición, renuncia a un modelo dogmático de discurso, cerrado en sí mismo e igualmente impermeable a la revisión argumentada. b) Segundo, la racionalidad pedagógica ha de ser dialéctica más que analítica, es decir, abierta a la incertidumbre, la complejidad y los desórdenes de la realidad educativa (Colom, 2002;Núñez y romero, 2003;Colom y Núñez, 2001;Santos y guillaumín, 2006), pero en constante búsqueda de nuevas y mejores cotas de equilibrio y eficacia en la consecución de sus fines y valores. Su dimensión dialéctica le impulsa a reconocer como positivo lo innovador y participativo, pues la racionalidad pedagógica va articulando el discurso acerca de lo educativamente válido a partir del diálogo y la buena argumentación, siempre bajo condiciones mínimas de respeto, escucha activa, libertad y disposición a modificar puntos de vista propios, reconociendo asimismo el valor de los ajenos (habermas, 1989, 2003).…”