Con la globalización, el estudio del comercio internacional ha llegado a ser una de las áreas más importantes del estudio de la Economía. En el mundo del vino, donde la globalización ha sido especialmente intensa, el uso de indicadores y métricas que ayudan a determinar el comportamiento de las exportaciones, y a la toma de decisiones estratégicas, resulta especialmente esencial para investigaciones, pero también para bodegas, intermediarios y planes nacionales de apoyo. Uno de estos indicadores es el encargado de medir la adaptación de las exportaciones a los cambios de los mercados de destino. Su base teórica dice que aquellos países que exportan a mercados en crecimiento cuentan con mayores posibilidades para que sus exportaciones se incrementen de forma más rápida y así poder afianzar su posición competitiva a nivel internacional. Los resultados demuestran que, primero y en general, los países exportadores de vino con mayor capacidad de adaptación, para el periodo 2000–2015 son principalmente Francia, seguido de Italia y España; segundo, que los tres tipos de mercado – embotellados, graneles y espumosos – responden a estrategias y canales comerciales diferentes; y, tercero, que no es fácil modificar las estrategias comerciales y la capacidad de adaptación en el corto plazo.